miércoles, 24 de agosto de 2011

Sebastián Huici: "Para mí, bailar en grandes lugares no tiene la misma emoción que hacerlo en Chacabuco"


Escribe: Magalí V. Laboret

Nota publicada por el diario La Verdad, de la ciudad de Junín, Provincia de Buenos Aires.


Se formó como bailarín en el curso de varones del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Hace siete años que forma parte del cuerpo de ballet estable del Teatro Argentino de La Plata. Bailó con Julio Bocca e Iñaqui Urlezaga. Como bailarín de tango trabajó en tradicionales casas de Buenos Aires como La Esquina, Homero Manzi, Tango Rojo y La Rosalía. En el 2010 bailó en la entrega de los Latín Grammy´s de los Estados Unidos.

Un día decidió dejar atrás los prejuicios de la danza y comenzó a tomar clases con la madre de un amigo. Le gustaba escuchar música clásica y se animó a probar con el baile. “Al principio me daba cosa, porque también me gustaba el fútbol. Y viste que cuando estás en la secundaria te cargan. Hay muchos prejuicios, más en el interior”, contó Sebastián. Sin embargo se dejó atrapar por la música y se apasionó desde el primer momento.

-¿Qué pasó cuando terminaste la secundaria?

Cuando terminé la secundaria mis padres querían que siga una carrera. Empecé a estudiar abogacía en Junín. Pero las clases me tiraban más. Ahí averigüé con una profesora y me escapaba a ballet. Después empecé a viajar a tomar cada vez más clases, me iba a dedo. Estuve como un año y medio yendo a Junín. Ahí me vio un profesor del Colón, muy reconocido, un ex primer bailarín, y me dijo “vos tenés condiciones, ¿porque no venís a audicionar al Colón?”. Y dije bueno me voy a preparar y voy.

Era difícil tomar esa decisión. Sebastián no conocía a nadie en Buenos Aires. No tenía referentes, ni sabía si podría vivir de esto. Sin embargo siguió su impulso y audicionó en el exigente Teatro Colón. Logró entrar al curso de varones del Instituto Superior de Arte (ISA) y comenzó a perfeccionarse.

-¿En el Instituto entraste para estudiar?

-Claro. Ahí vos entrás y ellos te forman. Empezas a las siete y media de la mañana y estás hasta la una más o menos. Tenés clases de clásicos, repertorio, danzas españolas, folclóricas y de baile francés. Es bastante intensa la preparación, la exigencia, no tenés que faltar. Pero como era mi vocación estaba dedicado a eso de lleno.

-¿Cuántos años dura la carrera?

- El que hace toda la carrera del ISA son como siete años. Yo como entré de grande, fui directamente a un curso especial de varones. Se llama un “Curso de perfeccionamiento para varones”. Estuve como cuarto años. Y a los dos años empecé a trabajar en el Colón. Bailaba de refuerzo de ballet y como bailarín en las producciones de Ópera. Trabajé en muchas obras allí y con grandes artistas nacionales y extranjeros.

-¿Te acordás la primera vez que bailaste en el Colón?

-Sí, sí. La primera vez me temblaba todo. Salí como refuerzo, que es como un suplente en el fútbol y me tocó bailar. Era “Estancia”, de un coreógrafo argentino. Yo al Colón siempre lo había visto desde abajo y cuando se abrió el telón y vi a toda esa gente me impresioné. Es muy inmenso e imponente. Me tembló todo, una emoción muy grande.

-¿Y quién era tu referente en el baile?

-Julio Bocca sin dudas. Tuve la suerte de tomar clases con él durante un año. Antes lo veía por televisión desde mi ciudad y me parecía lo más grande, un ídolo y decía “ojalá pudiera hacer eso”.

Luego de dos intentos por entrar al cuerpo de baile del Teatro Argentino, Sebastián logró superar las distintas etapas del concurso abierto. Las audiciones empiezan a la mañana temprano con una prueba de barra y luego de centro. Después evalúan un trabajo de partner y por último una coreografía. A medida que transcurren las distintas instancias, se van eliminando bailarines. “Una vez llegué hasta la final y no quedé. Quedamos cinco y necesitaban a dos, así que quedé segundo en la lista de espera. Después, hace siete años volví a audicionar y tuve la suerte y privilegio de entrar. Es muy difícil. Vienen bailarines de todo el país y también de afuera. Hay mucha exigencia”, explicó.

-¿Y qué es lo que hacés en el Teatro?

-Nosotros tenemos que firmar planillas como en todos los trabajos, tenemos aportes jubilatorios, vacaciones y aguinaldos. Entramos a las doce del mediodía y estamos hasta las cinco de la tarde. Primero tenemos una clase de entrenamiento. Ya somos todos bailarines profesionales, es un hábito eso para nosotros. Luego ensayamos de martes a sábados para las producciones que vamos a realizar. Las obras cambian cada tres meses más o menos. Ahora estamos haciendo “Bella Durmiente” que se estrena a mitad de junio y son cinco funciones.

-¿Y te vas de gira con el ballet?

-Sí, ahora nos vamos a Rosario. Vamos en pequeños grupos. Somos en total noventa integrantes. No hay en el país muchos teatros que puedan albergar a noventa bailarines, entonces salimos de a poco. Y también hago giras con otras compañías. Saco licencias o permisos artísticos y puedo viajar. En el teatro como todo trabajador tenemos derechos y uno de esos es el permiso para poder viajar y representar a la Argentina. Además de crecer artísticamente por supuesto.

-¿Hiciste una gira con la compañía de Iñaqui Urlezaga?

-Sí, Iñaqui es un gran artista y una gran persona. Tuve la suerte de estar un año y medio en su compañía “Ballet Concierto”. Recorrimos toda la Argentina y muchos lugares en el exterior. Éramos poquitos: él como figura y cinco varones y cinco mujeres. Entonces teníamos mucho más contacto. Todos los días teníamos clases con él y siempre nos contaba sus experiencias. Eso te enriquece muchísimo. Iñaqui es una persona muy humilde a pesar del reconocimiento que tiene mundialmente.

-¿Cuál fue tu última gira?

- Ahora estuve en Brasil. No en calidad puramente de bailarín sino que fui más como coreógrafo, fui a montar coreografías. Es una compañía de ballet pequeña y fue una experiencia muy linda para mí, porque montamos coreografías de tango y ballet contemporáneo.

Paralelamente a su trabajo en el Teatro Argentino de La Plata, Sebastián desarrolló una carrera de tango. Mora Godoy, reconocida artista, lo eligió para que lo acompañe en distintos eventos privados y para que forme parte de las giras al exterior. A su vez, comenzó a formar una productora que se llama “Pulsaciones del Sur”. Junto con cuatro parejas del ballet del teatro empezaron a trabajar de manera independiente. Esto se debe a que la carrera del bailarín es corta. “La carrera del bailarín es muy exigente. Es como la de un deportista. En mi trabajo tenemos que estar veinte años para jubilarnos. Y después uno puede seguir bailando, pero cada vez menos, porque el cuerpo no resiste. Ya tengo una operación en la rodilla y todavía está muy resentida”, dijo.

-¿Llevás alguna rutina de entrenamiento o alimentación especial?

El bailarín se tiene que cuidar mucho. Yo no tengo una dieta muy estricta. Por ahí las mujeres se cuidan un poco más. Me gusta comer mucho, es como una debilidad. Por eso hago gimnasio. Trato de mantenerme con la actividad física. Trato de cuidarme, de comer dentro de lo posible sano. Las bailarinas por lo general se cuidan mucho, tienen una dieta estricta, tienen que ser flaquitas, pero cuesta.

-¿Y vas seguido a Chacabuco?

-Sí. Voy seguido porque tengo a mi familia, me encanta volver. Buenos Aires tiene una vida muy agotadora y allá se respira otro aire. Allá está mi familia, mis sobrinos, mi hermano, gente que quiero mucho.

-¿Y cómo es tu repercusión allá? ¿Te apoyan?

-Para mí Chacabuco es mi familia. Es bailar en mi casa. Hay mucha gente que le encanta que vaya a bailar, mis profesores de la escuela primaria y secundaria, gente amiga, familiares, vecinos. Hace poco bailé en la entrega de los Grammy´s Latinos y eso se vio por televisión. Había un montón de artistas y para Chacabuco que haya un artista de allá fue re importante. Para mí bailar en grandes lugares no tiene la misma emoción que bailar en tu ciudad, con tus amigos, tus compañeros y familiares. Siempre uno se pone más nervioso. Hay mucha expectativa. Bailé en el verano en el festival de tango de Chacabuco y fue muy lindo. Me siento muy apoyado por la gente. Siempre tienen palabras de elogio y me lo demuestran afectivamente con aplausos y palabras hermosas.

-¿Cómo ves a los jóvenes con el ballet?

- El ballet es mucho más complicado que el tango. No tiene tanta difusión. Creo que Julio Bocca lo popularizó mucho, bailando en los estadios y en el Obelisco. La gente tiene un concepto elitista, pero por suerte él lo popularizó. Sé que en este momento hay muy pocos varones en el Colón. Hay cursos que no tienen varones. Hay muchas mujeres y cuesta mucho el acercamiento de jóvenes. Pero los chicos que hay son muy bueno y tienen mucho futuro. Estaría bueno que se acerquen y que no tengan prejuicio. Ojalá los padres lleven a sus hijos y que se pueda erradicar ese miedo que tienen. Tienen un preconcepto y no ven que es una carrera que te brinda muchas cosas. Se puede vivir de esto. La vida del artista es muchas veces aleatoria. Pero hay ballets oficiales y muchas compañías. Hay gente que no sabe que te pagan. No está muy difundido. Ahora desde el Colón se están armando programas para que se acerquen más los jóvenes. Porque por lo general, tiene un público de gente grande. Por eso están tratando de que el público se renueve.